
Déjame llorar por todo lo que he perdido,
por la soledad que hoy me acompaña,
por el amigo que me dió la espalda,
por el hijo que se fué
y volvió convertido
en un desconocido;
por el amor que dejé de sentir,
por el adios inminente a mi pasado...
Permite que ría...
que mi sonrisa se instale y no se aleje.
Reir de alegrías, más no de penas.
Reir de nuevo,
con una risa ancha y permanente
por tu presencia que está en mi mente,
y que de a ratos se hace verdad.
Hoy, lloro... mañana, seré feliz.
Y reiremos juntos porque,
me reivindica la vida
porque nada es eterno
y el llanto estuvo
de inquilino mucho tiempo,
haciéndome compañía.
M.D.