Debo aterrizar en mi mundo y
colocar la cabeza otra vez sobre mis hombros...
El sendero se perdió de vista,
siendo presa de una angustia sin nombre.
No quiero escuchar tus argumentos,
tus palabras me dan temor cuando
las pronuncias.
Ellas desvanecen la magia, lo sublime del momento.
Quedémonos en silencio,
para evitar que tus palabras
suenen huecas en mis oídos.
No es momento de darles significado...
No me arrojes a la realidad,
dejemos que el silencio nos guíe.
Dejemos que nuestras manos y nuestros
labios se comuniquen.
MD:
lunes, 22 de septiembre de 2008
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