...Y así fué, como un día cualquiera
te miré de otro modo,
descubriendo piel y sentimientos.
Te observé, me observaste
y me gustó que detuvieras tu mirada en mis labios,
teniendo la certeza de que te provocaría explorarlos.
Me divertía la idea de creer que te incomodaba;
pero también sabía que te gustaba conversar
conmigo.
No fué casualidad; tampoco premeditado,
más sí repentino y urgente.
No fué culpa tuya,
No hiciste nada para que yo reparara
en tu persona, en tu presencia,
fueron las circunstancias
unidas a un momento de hastío y
desaliento.
MD.
viernes, 26 de septiembre de 2008
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