lunes, 7 de diciembre de 2009

El Instinto y La Razón.


Mi vida y su esencia son guiadas por la natural respuesta
del que actúa sin poses, sin rodeos; clara, diáfana.
Porque no necesito pensar para traducir lo que
mi corazón quiere y siente.

Un corazón alegre, que sin saber lo que deja expuesto y
puede llegar a perder, se deja observar, tocar y conocer,
porque no tiene nada que ocultar.

Teniendo la certeza que puede ser herido o mal comprendido,
igual, no se detiene en su búsqueda delirante,
de ser felíz y transmitir esa dicha a los que ama.

No puedo ir en contra de mi propio ser...
No puedo actuar y hablar en base a razonamientos
largos y tediosos que terminan dormitando
el sentimiento y la emoción.

Mi vida no puede ser vivida de forma diferente
a lo que la mantiene y la hace SER.

Ella está signada por la Alegría y el maravilloso
sentido del asombro y la sorpresa...

Soy una niña en mi interior,
con miedos e inseguridades; pero puedo decir,
que vivo plenamente cada sentimiento...
El dolor, el amor, las pérdidas, los logros.

Dios, me da la oportunidad de demostrar
mediante mi loca ingenuidad, que debo mantener
mi mente y mi espíritu abierto ante
los milagros cotidianos,
que están allí, esperando que los
reconozcamos y aceptemos en nuestra vida.

Instinto y Corazón...Es mi vida y
es lo que ofrezco al que amo.

Razón y Pensamientos... Me alejan
de la grandiosa esencia del Ser espiritual
que habita en mí.

Es preciso usar la razón, para sobrevivir en
esta mundo de competencias y limitaciones;
y el Corazón, para no olvidar que:

EL AMOR, ES LO QUE SOMOS.


M.D.

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