jueves, 2 de octubre de 2008
Destino...
No te burles de mi corazón cuando ríe,
pues, cual niño inocente procede,
sin fijarse quién a mansalva
lo hiere,
Dejándolo sangrante, en agonía.
Te cubriste con el traje de Destino,
empuñando la espada que aniquila,
sin importar el daño que causabas
cual verdugo, mil heridas infligías
a mi pobre corazón que ya te amaba.
Se recuperará de tu embestida
y volverá a reir, cual manso niño,
porque él sabe de amores y cariños;
desconoce de odios y
de olvidos.
MD.
Etiquetas:
poema de amor
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